viernes, 30 de enero de 2009

La muda

Antes que nada esta crónica se la dedico a todos los que me dicen “que escriba más seguido Dalísima”; claro, mi mamá, mi hermana…, que es como se enteran de mi vida porque cuando estoy con ellas, me pasa lo que a continuación voy a narrar: enmudezco y no les cuento casi nada. ¡Ah!, y a Luis Acosta también, con él no enmudezco, pero sí me pide que escriba Dalísima. Ahora sí, va la crónica:
Me porté como una imbécil. Lo ensayé, pensé todo lo que le diría. Me puse una blusa con corazones para la ocasión. Tardé una hora en tejerle su regalo. Estuve la tarde escuchando sus canciones. Busqué en Internet sus piezas de cerámica que poca gente conoce. Y ni un beso le di. Me acerqué a ella, le dije te traigo un regalo, lo miró, lo destapo y se lo puso. Me tomé una foto con ella y me alejé. No conforme con eso, lo vi a él e hice lo mismo, pero sin regalo de por medio, nomás la foto.
Andrea Echeverri estuvo aquí, más allá del conciertazo del domingo como cierre de la FIL, en un espacio más íntimo, la nueva galería Alter Ego del teatro Diana. Había poquita gente, digo, unas 150 personas a lo sumo, estaba accesible, al alcance de la mano, tangible, nada etérea, feliz, linda, con marido y Milagritos, su hermosa niña cargando un pulpo de tela, por un lado, y con Héctor Buitrago, su pareja de Aterciopelados, también rondando por ahí.
Y no atiné más que a acercarme, darle una bufanda que le tejí y tuvo la cortesía de usar durante toda la velada y dejarse tomar fotos y videos con ella puesta. Pero no le dije que también tengo un hijo que cuando era bebé se paralizaba oyendo “Música”, el séptimo corte de La pipa de la paz, y era momento de darle de comer porque no hacía nada más que quedarse quieto, abstraído, atrapado por esa canción, y que ya más grandecito, tarareaba “amoniiía, pa-sa-mó, e poé ee aa for” (¡Snif!, ya ha crecido mucho mi bebé). Tampoco le dije que con Gozo poderoso y Caribe atómico no sólo bajé seis kilos bailándolos una hora diaria, sino que se me hizo tolerable la más intolerable etapa de mi vida. Cosas así, de fan. Ni mucho menos le dije, ni a ella ni a Buitrago, que soy reportera, que he hecho un par de notas sobre sus presentaciones, que no estaba ahí nada más de colada, que ese día el texto de la contraportada de Público lo escribí yo. Cosas así, de trabajo.
Le di la bufanda y enmudecí. Me dio las gracias y enmudeció, como esperando alguna cosica que le dijera, alguito así súper bonito como sus cerámicas y nada. Muda. Mudas las dos. ¡Mmj! Publicado en Ocio, Público, el noviembre de 2007

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